Colombia, un país que mata a sus mujeres

Álvaro Castaño Díaz. Ginecólogo. Maestro Masón Grado 33  

No es nuevo en la historia humana la violencia contra la mujer. Si tomamos el libro del Génesis encontramos en el capítulo 3, versículo 16: A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.

Y no hablemos de los misóginos Saulo de Tarso, San Jerónimo y de Agustín de Hipona, pues no es este el lugar para religiosidades. Tampoco quedan atrás algunos filósofos antiguos tan delirantes y locos como algunos modernos. Y de textos religiosos famosos descalificativos de la mujer. Y de prácticas rituales y culturales tan infames.

Nunca se toleró a una mujer inteligente, independiente y autócrata como la María de Magdalena, que fue convertida en puta para degradarla. Tampoco se toleró a una mujer científica, letrada, gastrónoma, como la hija de Teón, Hipatía de Alejandría, que cayó en manos del infame Obispo Cirilo y su turba de violadores y asesinos. Y así sucesivamente a lo largo de la decrepita historia de la humanidad, hasta llegar a nuestros días. Solo basta escuchar un noticiero, hojear un periódico tanto serio como amarillista, para observar la dimensión del asunto.

No hablemos de estadísticas por ciudades y departamentos, puesto que está revista no es un anuario estadístico. Solo deseo crear conciencia de lo que ocurre en nuestro violento, corrupto e indolente país; donde las penas son irrisorias, los criminales reyes, los ciudadanos de bien indiferentes  y nuestros gobernantes alcancías ávidas del producto del robo, la corrupción y el saqueo. Reflejo todo esto de nuestra pobre Constitución la cual es un rey de burlas. Con estas dos fotografías, productos de mi afición deseo ilustrar lo que significa ser mujer en Colombia.